Asesinos estúpidos: novelista y otros
Dentro de los casos de asesinos estúpidos está el del que se hizo novelista. K. Bala escribió y publicó una novela policíaca que no época cero mala. Un guardia compró el masa y según iba leyendo se iba quedando a cuadros. Había participado tiempo atrás en una informe de un asesinato y no habían logrado declarar al que lo había hecho. Pero lo que se contaba en esa novela, aunque con nombres inventados, eran los hechos y detalles de aquél delito sin resolver.
Detalles que los investigadores no habían podido asimilar aparecían perfectamente explicados en aquellas páginas. El guardia se dio factura que lo que allí se relataba época ni otra vez u menos el oportunidad no resuelto de asesinato. Fueron en busca del escritor y después de interrogatorios extensos sobre de donde había sacado toda esa información, acabó confesando. Quizás estaba tan satisfecho creyendo existir realizado el delito absoluto que no podía exonerar contarlo en una novela para satisfacer su ego. Pensaría que los policías no leían novelas. El oportunidad es que su necedad le perdió.
Veamos algún otro oportunidad de asesinos estúpidos. La nieto Roy y Jessica querían ir a Nevada, en EE.UU., en un bueno coche. No se les ocurrió otra premisa que buscar un deportivo, atacar y sacrificar al propietario para después darse a la fuga. Cuando se subieron al vehículo para partir pitando, se encontraron con que el coche época de marchas, no automático y ellos no sabían manejarlo. Allí los trincaron dentro del coche, con el cadáver del propietario en el pavimento y mirando que época aquella extraña palanca de variación de marchas y que hacía aquél tercer pedal que no época ni el acelerador ni el freno. Para los que no lo sepan, la mayoría de coches en EE.UU. son automáticos y no tienen cambios de marcha manual ni pedal de embrague. Su conducción requiere otra pericia distinto al de los coches de variación de marchas manual y viceversa.
Quinton Thomas fue encarcelado en Maryland acusada de atracos a mano armada. Cuando estaba en la cárcel esperando juicio, escribió una misiva a a de sus compinches diciendo que tenían que sacrificar a cierta persona que iba a humano testigo de cargo contra él.
Detalles que los investigadores no habían podido asimilar aparecían perfectamente explicados en aquellas páginas. El guardia se dio factura que lo que allí se relataba época ni otra vez u menos el oportunidad no resuelto de asesinato. Fueron en busca del escritor y después de interrogatorios extensos sobre de donde había sacado toda esa información, acabó confesando. Quizás estaba tan satisfecho creyendo existir realizado el delito absoluto que no podía exonerar contarlo en una novela para satisfacer su ego. Pensaría que los policías no leían novelas. El oportunidad es que su necedad le perdió.
Quinton Thomas fue encarcelado en Maryland acusada de atracos a mano armada. Cuando estaba en la cárcel esperando juicio, escribió una misiva a a de sus compinches diciendo que tenían que sacrificar a cierta persona que iba a humano testigo de cargo contra él.
Lo escribió en la misiva tal cual confiando en que la legislación norteamericana prohíbe a los funcionarios de prisiones revisar la correspondencia de salida de los presos. Según las entregan han de humano envíadas al servicio de Correos, que se considera inviolable. Sin embargo, las cartas que entran en la prisión si han de humano leídas por los funcionarios de seguridad para entre otras cosas exonerar planes de fugas con asistencia externa.
Con esto no había contado Quinton en su necedad de escribir de su puño y carácter una ordenación de eliminar a alguien. Puso mal la lugar del destinatario en el sobre y la misiva fue devuelta a su originador. Como época correo entrante, la misiva fue leída por el servicio de seguridad de la prisión y usada contra él como tentativa de cargo en el juicio: no sólo se comprobaba que pertenecía a banda armada de delincuentes sino que proponía la ejecución de un reciente crimen.
El que no se queda manco es el oportunidad de A. Kale, que decidió que debía ampliar su negocio de venta ilegal de drogas. No se le ocurrió otra premisa que poner un letrero en un periódico. Al escaso tuvo su primeramente cliente que se presentó en su morada siguiendo las instrucciones del letrero para comprarle unas buenas dósis. Cuando Kale le entregó la mercancía, el cliente le detuvo: época un oficial de narcóticos encubierto que había leído el letrero y no daba crédito a que hubiera alguien tan necio.
El que no se queda manco es el oportunidad de A. Kale, que decidió que debía ampliar su negocio de venta ilegal de drogas. No se le ocurrió otra premisa que poner un letrero en un periódico. Al escaso tuvo su primeramente cliente que se presentó en su morada siguiendo las instrucciones del letrero para comprarle unas buenas dósis. Cuando Kale le entregó la mercancía, el cliente le detuvo: época un oficial de narcóticos encubierto que había leído el letrero y no daba crédito a que hubiera alguien tan necio.
Espero que os hayan gustado estas curiosidades sobre asesinos estúpidos, que afortunadamente lo son, ya que facilitan la ocupación de combatirles.
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